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02
Ene

El voto electrónico remoto

Uno de los derechos fundamentales de una democracia es el voto. Es algo a lo que no debemos renunciar si queremos que, de alguna forma, se nos escuche, aunque sea una vez cada cuatro años.

Con el avance de las tecnologías en los países desarollados ya no es un problema estar lejos de tu país para poder votar en período electoral. Actualmente, el derecho electoral de cualquier Estado democrático contempla la celebración de elecciones competitivas mediante el sufragio universal, libre, igual, secreto y directo.
Pero… ¿Cómo se ve transformado el proceso electoral con la implementación de elementos electrónicos que modifican el procedimiento habitual?

Además del voto electrónico que se puede realizar en los colegios electorales, a través de aparatos situados para ellos exclusivamente, hablamos de otra forma de votar: el voto electrónico remoto.

Este sistema es el que prevé que el votante no deba desplazarse hasta el colegio electoral y pueda emitir su voto a través de la red. Puede tratarse de una red interna y controlada por la propia institución que organiza la convocatoria, o puede realizarse la votación desde cualquier plataforma conectada a Internet (principalmente un ordenador, pero también una agenda electrónica o un teléfono móvil). Algo que tendría la forma de, por ejemplo, este esquema básico:

voto electrónico

Lo que hemos de tener muy en cuenta a la hora de establecer un sistema de voto electrónico son los posibles cambios que podrían producirse en los principios democráticos clásicos.
Marta Cantijoch Cunill, elabora un cuadro (diferenciando los nuevos requisitos en: aquellos que afectan a la seguridad y aquellos que hacen referencia al uso por parte de los votantes) en su artículo: «El voto electrónico, ¿un temor justificado?».

Requisitos de seguridad:
– Discriminación
– Privacidad
– Precisión
– Posibilidad de verificación
– Imparcialidad

Requisitos de conveniencia:
– Comodidad
– Flexibilidad
– Movilidad

Podemos ver como lo más complicado de llevar a cabo sería garantizar una exclusiva privacidad para cada uno de los votantes, porque el voto, en algún momento debe ir unido a una identidad. En cualquier caso, vemos como los principios democráticos no pierden su vigencia, sino que se reelaboran teniendo en cuenta el avance de las nuevas tecnologías y, de esta manera, los ciudadanos vamos adquiriendo mayores ventajas y responsabilidades a través de la red.